La importancia del desayuno en una nutrición equilibrada

¿Sabes de verdad por qué el desayuno es la comida más importante del día? Descubre su importancia para los más peques, los jóvenes y también los adultos.

Seguramente recordarás cómo tu madre insistía cada mañana diciéndote que el desayuno es la comida más importante del día. Y, efectivamente, a nuestros padres razón no les faltaba (incluso casi me atrevería a decir que si ahora eres tú quien ejerce el rol de padre, seguramente digas lo mismo a tus peques).

Y es que un buen desayuno no es importante sólo para los niños y los jóvenes, también para los más mayores; a pesar de que cada día lo habitual sea que tendamos a descuidar la primera comida del día por las prisas, el estrés o simplemente las pocas ganas de comer.

Teniendo en cuenta que el desayuno debería aportar entre un 20 a un 25% de las calorías que se consumen cada día, es evidente que nos encontramos ante una comida sumamente importante, sobretodo si tenemos en cuenta que durante 8 horas no hemos comido nada (que es el periodo de descanso durante el que dormimos).

Tanto durante la infancia como en la adolescencia, los niños y jóvenes se encuentran en un continuo crecimiento tanto físico como intelectual. De ahí que sea vital el seguimiento de una alimentación sana y equilibrada, como forma de aportar a su organismo todos y cada uno de los nutrientes esenciales que tanto necesitan para su crecimiento y desarrollo.

En el caso del desayuno, nos encontramos ante una comida vital porque, después de 8 horas de ayuno, el pequeño aporta a su organismo alimentos que se transformarán en energía, y que utilizarán a lo largo de la mañana en la escuela o en el instituto.

Debemos prestar una atención especial a que el desayuno sea lo más equilibrado y variado posible, destacando sobretodo los lácteos, cereales, frutas o zumo, y grasas saludables.

La importancia del desayuno en los adultos

Evidentemente, también en los más adultos el desayuno es una comida igual de fundamental. Al igual que ocurre en los más pequeños, cuando dormimos durante la noche nuestro organismo tiende a utilizar menos energía que durante el día cuando estamos activos, pero igualmente a la mañana siguiente necesita de nuevos alimentos para poder nutrirse.

Por ello cuando no desayunamos, o lo hacemos más tarde que de costumbre (o mal), es común sentirnos fatigados, casi desmayados, siendo habitual que nos fallen las fuerzas y la energía.